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Los servicios sociales en España se enfrentan a una serie de retos, entre los que se incluyen el aumento de la demanda debido al envejecimiento de la población, los cambios en los modelos familiares, el aumento de la desigualdad y los cambios en el mercado laboral. Los servicios están fragmentados y, con múltiples proveedores, carecen de datos confiables y completos. También existe una discontinuidad entre la atención primaria y la especializada. El modelo descentralizado de competencias genera complejidad en la gestión y financiación de los servicios. Con el actual sistema de gobernanza y financiación, existen disparidades en el tipo y la calidad de los servicios sociales prestados en las 17 comunidades autónomas españolas y dos ciudades autónomas. Además, hay una falta de portabilidad de los beneficios en todo el país. Este informe sugiere formas de mejorar el contexto legal, avanzar hacia servicios más universales, fortalecer la calidad y avanzar hacia políticas más basadas en evidencia.
CEAFA trabaja para poner en valor a las personas excuidadoras y para colocarlas en el centro de atención, realizando este estudio para conocer su situación y detectar, en su caso, sus necesidades. El proyecto, persigue tres objetivos:
– Conocer el perfil de quien, tras años de ofrecer atenciones y cuidados a un familiar con la enfermedad, han dejado de ejercer ese rol.
– Analizar cuál es su situación personal, a través de un cuestionario elaborado para tal efecto.
– En base al conocimiento adquirido en el objetivo anterior, proponer, llegado el caso, medidas en relación con la situación y necesidades que puedan detectarse, de cara a mejorar la calidad de vida de aquellas personas que lo necesiten.
El año 2020 fue sin duda un año marcado por la pandemia del COVID-19, también en el ámbito de los servicios sociales. La crisis sanitaria tuvo por una parte consecuencias en la actividad de los servicios, cuya actividad se vio reducida durante varios meses y posteriormente tuvo que ser reorganizada, adaptándose a protocolos y medidas de prevención que poco tenían que ver con el carácter fundamentalmente relacional que constituye la esencia del trabajo social. Por otra parte, la pandemia ha tenido –y está teniendo– consecuencias económicas y sociales negativas que están afectando a la sociedad en general y a la población usuaria de los servicios sociales en particular.
Este decimoctavo Boletín del Observatorio de Servicios Sociales de Álava, en la medida en la que se centra en los datos del Sistema referidos al año 2020, y analiza algunas estadísticas recientemente publicadas en relación con las necesidades sociales de la población alavesa, permite vislumbrar algunos de los efectos que ha tenido esta última crisis, que viene a sumarse a las consecuencias más perdurables de la anterior crisis financiera de 2008. En efecto, tanto los datos sobre el empleo que se analizan en el primer artículo de la sección A fondo, como los datos de la última Encuesta de Pobreza y Desigualdades Sociales (EPDS), objeto del tercer artículo de la misma sección, indican que la proporción de la población en situación de vulnerabilidad ha aumentado en los últimos años y, por lo tanto, también debería verse aumentada la demanda de servicios sociales en el futuro.
En sociedades donde el individualismo ha ido alejando a las personas de los espacios comunitarios, las soledades hacen su aparición: bien por decisión propia de vivir en solitario, bien por ir aislándose en el espacio y en las relaciones; o bien, por encontrarse en soledad sin desear ni haber elegido estarlo. Desde las instituciones públicas se están realizando diagnósticos e investigaciones para conocer la incidencia de la soledad no deseada y poner en marcha acciones que den respuesta a estas situaciones de vulnerabilidad. La Red de Mujeres del Medio Rural de Álava (RED en adelante), en el marco de un convenio1 con la Diputación Foral de Álava, a lo largo de 2020 ha llevado a cabo un mapeo de soledades en el medio rural de Álava para conocer los recursos y las iniciativas en marcha para acompañar a las personas que puedan sentirse solas. Las mujeres que forman parte de las asociaciones de la RED conocen mejor y pueden llegar con mayor naturalidad a las personas en situación de soledad de sus pueblos, algo más complejo para otras entidades del tercer sector o para las instituciones públicas.
¿Qué sabemos de la Asistencia Personal?
La Asistencia Personal es un derecho reconocido en la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad de la ONU, en su artículo 19 “Derecho a una Vida Independiente y en comunidad”, que incluye el apoyo de la Asistencia Personal, pero, a pesar de esto, la realidad en nuestro país dista mucho de cumplir con los requerimientos que marca la ONU. Prueba de ello es la tan esperada regulación de la figura de AP como desarrollo de la Ley de Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia de 2006.
El principal valor de este recurso es que otorga GRAN autonomía e independencia a la persona, facilitando su inclusión en la sociedad y su vida en la comunidad; es la mejor opción para salvaguardar la dignidad inherente de todo ser humano. La Asistencia Personal da a la persona la posibilidad de tener el control de su propia vida y de poder desarrollar su proyecto vital.
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