Para profesionales
📽️Video Evaluación de procesos de selección de personal Asuntos Sociales
ANEXOS: DOSSIER TECNICO SOLEDAD NO DESEADA
🎥Video proyecto HARREMANETAN
La humanización de la asistencia sanitaria es requerida aquí y allá, en un continente y en otro. Parece que nos reclamamos recíprocamente la necesidad de reconocernos con una dignidad particular. […]
El Censo de Centros Residenciales de Servicios Sociales en España se trata de una operación estadística que tiene como objetivo la recopilación de información singularizada y esencial de todos los […]
La investigación cuyos principales resultados se presentan en esta publicación, adopta un enfoque participativo a partir de la identificación de indicadores sociales basados en la estrategia metodológica de la triangulación. Se parte de una amplia revisión bibliográfica y del análisis del material empírico primario, a partir de los resultados del trabajo de campo llevado a cabo mediante técnicas cuantitativas (dos encuestas) y cualitativas (entrevistas semiestructuradas y grupos de discusión).
Los resultados obtenidos que se presentan a lo largo de la publicación sugieren que, si bien el SAD es valorado de forma muy positiva, sobre todo por la calidad humana de los equipos profesionales que intervienen y la cercanía y relaciones que se producen entre estos y las personas que reciben el servicio, también se percibe un conjunto de disfunciones en su diseño, gestión y prestación actual, de manera que no resulta de suficiente calidad. Del mismo modo, la mayoría de las opiniones recogidas de nuestros interlocutores coinciden en la afirmación de que con el SAD no se llega a cubrir las necesidades de atención integral y personalizada que requieren las personas mayores y sus familias cuidadoras, las cuales siguen realizando a sus expensas la mayor parte del trabajo de cuidados.
Las principales áreas de mejora de la prestación que se sugieren por quienes han participado en el estudio son diversas. En lo que atañe a los equipos profesionales del SAD, pasan principalmente por el incremento salarial y la adecuación en su formación sobre los contenidos y elementos de los nuevos modelos de cuidados. Así mismo, se ha producido acuerdo mayoritario en cuanto a la necesidad de generar mayores ratios de las plantillas con inclusión de otras figuras profesionales (en especial de la terapia ocupacional, pero también de la psicología, la fisioterapia…).
A lo anterior se une otra demanda repetida por las y los profesionales, y que se constituye como uno de los principales cambios a acometer si se quiere que los servicios sociosanitarios de CLD sean considerados como un bien social: la necesidad de emprender campañas informativas dirigidas, tanto a los actores de los sectores de atención social y sanitaria, como a la sociedad entera de cara a conseguir una revalorización de la imagen social de los cuidados y del trabajo que realizan sus profesionales en general y, en particular, de la atención domiciliaria.
Por otra parte, los resultados recogidos en torno al SAD sugieren la precisión, no tanto de “mejorar” este servicio en particular, sino que lo que habría que plantease es su “transformación”. Desde la propia dimensión conceptual, habría que dejar de referirse a un único servicio para definir un conjunto de prestaciones, recursos y apoyos para desarrollar una atención domiciliaria y en la comunidad que sea continuada y adaptada a cada contexto y a cada persona, que ha de poder elegir entre diferentes alternativas. Para ello, se aspira a que el sistema sea capaz de integrar diferentes actuaciones y dimensiones hoy dispersas, fragmentadas o inexistentes.
En primer lugar, poder ofrecer, para adaptarlos a cada caso, un paquete integrado y sin incompatibilidades de recursos mediante los servicios del ámbito social (asistencia personal, SAD, teleasistencia y otras tecnologías, centros de día, productos de apoyo y accesibilidad de la vivienda, prestaciones económicas, residencias y otros alojamientos…), con independencia de la titularidad de los mismos. Por otra parte, desarrollar canales estables de coordinación entre estos y los servicios sanitarios. Del mismo modo, se pide complementar la atención formal y la informal desde un enfoque de género para avanzar en un reparto equitativo en el trabajo de cuidar, ofreciendo formación y servicios de respiro a las familias cuidadoras.
Y para avanzar en el concepto de “sociedad cuidadora” se considera muy conveniente la incorporación de los recursos comunitarios existentes en cada territorio (desde el asociacionismo, el voluntariado, los centros cívicos socioculturales, las farmacias y comercios, entre otros), así como trabajar con las personas mayores y con discapacidad la promoción de la salud y su participación e inclusión social.
Los dispensadores digitales de medicamentos de Evondos ayudan a las personas cuidadoras a disponer del medicamento correcto en el momento adecuado. Estos dispositivos pueden utilizarse en el domicilio de las […]
📽️Video Programa Cuidamos Contigo
Un perfil de las personas mayores en España 2023 continúa la serie de informes realizados por Envejecimiento en red con el objetivo de proporcionar una visión conjunta de las condiciones de vida de la población de 65 y más años.
Se utilizan datos de fuentes nacionales e internacionales para construir indicadores sobre la evolución demográfica, la salud y las características económicas y sociales de esta población. Se trata de fuentes generadas por organismos de confianza. Los indicadores construidos se presentan de manera divulgativa y con los menores tecnicismos posibles, sin jerarquizarlos prejuzgando su relevancia, y se han seleccionado entre los que pueden ser calculados periódicamente, con continuidad, y son representativos del conjunto de la población mayor.
¿Cuántas personas mayores residen en España? ¿Seguirá el proceso de envejecimiento en el futuro? ¿Cuántos años pueden esperar vivir y cuántos en buena salud? ¿Qué enfermedades padecen? ¿Cuáles son las principales causas de muerte? ¿Tienen suficientes recursos económicos? ¿Cuántas están por debajo del umbral de la pobreza? El Informe trata de ilustrar de forma gráfica algunas respuestas a estas y otras cuestiones.
📽️Video Metodología y Desarrollo del Plan de Apoyo Individual en Vida Independiente
📽️Video Metodología del proceso de elección, seguimiento y valoración de las experiencias ocupacionales
📽️Video Técnica Atención a la Conducta Reto
El principal objetivo de esta iniciativa es llevar la cultura ética de los cuidados a todas las residencias de mayores.
Edadismo: tipo de discriminación específica que consiste en tratar al otro de manera diferente solo por la edad que tiene.
Es frecuente hablar de la infantilización como una de las formas en las que el edadismo se manifiesta. Es un tipo de violencia psicológica que afecta al bienestar emocional de las personas mayores.
La manera de tratar al adulto mayor como si fuera un niño implica infravalorar sus capacidades físicas y mentales y su bagaje personal. Se favorece así una prematura pérdida de la independencia y autonomía, que puede dar lugar a diversas patologías de tipo psicológico, como pueden ser depresión, autoestima baja y percepción negativa de su autoconcepto (cómo creo que soy: alto, miedoso, paciente, nervioso, reflexivo…).
Otra forma de discriminar al adulto mayor por su edad es el paternalismo, que consiste en un ejercicio de poder sobre un sujeto orientado a evitarle daños. La RAE lo define como la tendencia a aplicar las formas de autoridad y protección propias del padre en la familia tradicional a relaciones sociales de otro tipo; políticas, laborales, etc.
El paternalismo es el modelo de cuidado tradicional. Se trata de un modelo obsoleto, ya que los cuidados deben girar en torno a la persona (modelo de atención centrada en la persona), además de tener en cuenta su dignidad. Bajo la estela del paternalismo, ser una persona mayor se convierte en sinónimo de ser menor de edad. La persona queda reducida a ser un sujeto pasivo, sin voz, incapacitado para la toma de decisiones relevantes para su propia vida.
El objetivo de estas publicaciones, la primera de ellas centrada en la intimidad en las personas mayores, es trasladar la cultura ética de los cuidados a los centros residenciales.
El término “intimidad” proviene del vocablo latino “intimus” que significa “lo que está más adentro”. Los textos hipocráticos incluían el término de intimidad como una obligación del buen hacer médico y la ética profesional. Posteriormente el término de intimidad fue trasladado a los códigos deontológicos de todas las profesiones sanitarias hasta que en la segunda mitad del siglo XX la Declaración Universal de los Derechos Humanos y la Constitución española tratan a la intimidad como un derecho fundamental del ser humano. La confidencialidad es una manifestación del derecho a la intimidad.
La intimidad es el ámbito en que las personas gestionan el mundo de sus valores (religiosos, filosóficos, culturales, políticos, sexuales, económicos, etc..) y todo lo que tiene que ver directa o indirectamente con ellos. La intimidad tiene como objetivo garantizar y proteger la esfera íntima frente la acción, intromisión y conocimiento no deseado de otras personas sin consentimiento expreso del interesado.
En el ámbito sanitaria comprende:
Respeto a la intimidad física/corporal.
Derecho a la limitación y grabación mediante medios audiovisuales.
Derecho al acompañamiento y la intimidad en el espacio físico.
Derecho a la información confidencial.
Derecho a la intimidad decisoria en procesos de toma de decisiones.
Derecho a un tratamiento respetuoso a la personalidad individual.