Avance de resultados del Estudio de la Fundación Pilares sobre la situación de las familias cuidadoras de personas mayores en España
El área de investigación de la Fundación Pilares ha desarrollado un estudio de ámbito estatal sobre la situación de las familias cuidadoras de personas mayores, con el objetivo de conocer su situación, sus necesidades e impactos negativos y positivos que tienen en ellas los cuidados. Además, este estudio financiado por el Ministerio de Derechos Sociales, Consumo y Agenda 2030, incorpora una perspectiva de género y presta especial atención al papel que juegan las administraciones, los servicios públicos y privados en los cuidados familiares.
Mediante esta nota avanzamos algunos de los resultados principales de esta investigación dada la relevancia del cuidado informal en el ámbito del envejecimiento, en especial, en estos momentos en los que el sistema de cuidados está en revisión para conocer mejor las necesidades y aportar posibles propuestas relacionadas con los mejores apoyos dentro del enfoque de desinstitucionalización y justicia de género.
El estudio se ha realizado en dos fases, una cuantitativa, que se abordó en 2022, en la que se contó con una muestra de ámbito estatal de 1.521 personas familiares y, una cualitativa, realizada en 2023 en la que participaron 33 familias y 5 profesionales en entrevistas y grupos de discusión. Con todo ello se ha buscado obtener una caracterización general de las personas que prestan cuidados a sus familiares mayores en el hogar y también, profundizar en las percepciones, opiniones y motivaciones que se producen en torno al cuidado con el fin de proporcionar información esencia para abordar los desafíos y necesidades más acuciantes de la sociedad española.
¿Quiénes son y cómo cuidan las familias a las personas mayores?
Mujer, con una media de edad de 47 años, con estudios medios y universitarios y que en la actualidad está trabajando, es el perfil que mejor define a la persona familiar cuidadora, que además suele compaginar estos cuidados con los que proporciona a sus propios hijos e hijas. En la mayoría de los casos (65,6%), el cuidado es compartido con otros miembros de la familia. Sin embargo, si comparamos estos datos con los que se obtuvieron en la encuesta del IMSERSO en 2004, la población de mujeres familiares que ejercen cuidados ha disminuido y, por el contrario, se ha incrementado el número de hombres cuidadores en el seno familiar en 20 puntos porcentuales.
El impacto de los cuidados
La percepción del estado de salud de las personas cuidadoras que se recoge en este estudio no es excesivamente negativo. No obstante, quienes observan una peor salud física y emocional son mayoritariamente las mujeres y, en especial, aquellas que no trabajan. Asimismo, la salud de las personas cuidadoras es peor a mayor frecuencia del cuidado y la salud física también empeora cuando la persona que recibe los cuidados tiene algún grado de dependencia, discapacidad o cuando la persona que cuida lo hace en solitario.
Otros impactos negativos derivados de la sobrecarga de cuidados es la percepción de pérdida de libertad y las limitaciones en el proyecto de vida de las personas cuidadoras. Así, una de cada cuatro personas entrevistadas en este estudio ha visto reducido su tiempo de ocio y un alto porcentaje afirma encontrarse siempre o casi siempre cansadas (22,8%). Las personas que declaran haber tenido que dejar de trabajar y económicamente no tener opción que la de asumir los cuidados, son personas que cuidan a diario (16% y 35% respectivamente), no trabajan (15% y 31%) y tiene más de 55 años (16% y 38%).
Asimismo, la dedicación a las tareas del cuidado supone en muchos casos la renuncia a proyectos y actividades que la persona considera que son importantes en su vida, lo que conduce a que se den, entre otros perjuicios, situaciones de aislamiento social y soledad no deseada. Como lo indica una mujer, pareja de una persona mayor a la que cuida “Te vas aislando poco a poco […] no es porque tú quieras, es porque te lleva a ello, es que no puedes hacer nada”.
No obstante, también se identifica una actitud general positiva hacia los cuidados de personas mayores. Así, 4 de cada 5 personas encuestadas considera que prestar cuidados genera una gran satisfacción a las personas cuidadoras. Además, en torno al 70% afirma que les dignifica como personas y que su entorno valora mucho los cuidados que presta. De las personas entrevistadas, quienes identifican aspectos positivos en su experiencia de cuidado lo relacionan con el aprendizaje vivido y la posibilidad de pensar en su propio envejecimiento: “En algún momento tú también te ves camino de ahí, de esa vejez, y entonces es un espejo. Te cuestionas muchas cosas sobre la vida, el futuro, cómo lo querrías, qué pasa si estás en situación como la de mi madre, te planteas muchas cosas“. (Mujer, hija de la persona mayor).
Elementos facilitadores y preferencias en los cuidados
El apoyo de familiares u otras personas tanto en el día a día como en momentos puntuales, es el principal alivio que encuentran las personas cuidadoras, así como la posibilidad de disponer de tiempo para las relaciones sociales, el ocio o actividades de su interés. También se destaca el papel de las cuidadoras privadas contratadas por algunas familias, que pueden afrontar el gasto que supone.
Asimismo, 1 de cada 5 de las personas encuestadas afirman que perciben alguna ayuda o prestación económica o de servicios para el cuidado de la persona mayor, apoyando así el mantenimiento en el domicilio. El servicio de ayuda a domicilio municipal es el recurso más utilizado (39,6%), seguido del servicio de teleasistencia (36%). En tercer lugar, un tercio de las personas entrevistadas afirman que la persona mayor a la que cuidan percibe una prestación económica por cuidados en el entorno familiar (PECEF) derivada de su situación de dependencia. Sin embargo, esta prestación se indica como escasa para 1 de cada 3 personas encuestadas, seguido de los programas de respiro familiar (17%), que es también el recurso del que más personas reconocen una necesidad de mejora (41,4%).
En cuanto a las preferencias de los cuidados, la mayor parte de las personas entrevistadas desea que estos los ejerza la familia, ya sea la propia pareja o los hijos e hijas, y que estos se den en su propia casa con apoyos y adaptaciones para no ser “una carga” para sus familiares.
Por último, este estudio refleja que, en el caso de no poder vivir en casa con apoyos, la mayoría de las personas querrían vivir en residencias, principalmente medianas o pequeñas. También un porcentaje importante preferiría vivir en otro tipo de alojamiento como cohousing o viviendas compartidas como una alternativa más apreciada que las residencias actuales.