A quién lea esta carta.
Llevo 15 años trabajando en el sector de ayuda a domicilio. Este año no creo que pueda borrarse de mi cuaderno de ruta cuando dentro de pocos años, me jubile.
Ha sido realmente complicado, principalmente en el inicio de la pandemia cuando estuvimos en el frente de esta lucha, sin protecciones. Sufrí la pérdida de una de las usuarias del servicio asolada por la enfermedad. La empresa era conocedora de la situación, pero a la falta de test y llena de todas las sospechas, tenía que seguir acudiendo al domicilio.
A todo esto, decir que la mascarilla fue comprada por mí en una farmacia, previo a la extensión de la enfermedad.
No hemos tenido medidas preventivas para nuestros abuelos y he de decir, que han frenado la expansión ellos mismos dándose de baja en el servicio.
Necesito mi trabajo, pero necesito mi vida también. Al igual que todos los colectivos que se benefician del servicio.
A día de hoy, son numerosas las auxiliares contagiadas y los usuarios. Además, cargar con la responsabilidad de saber o no dónde has llevado el virus… es INHUMANO.
Ha habido doble abandono y liquidación del 2×1.
Personas dependientes VS Cuidadores.
“La inatención mata la empatía. El primer paso para la compasión es darse cuenta de la necesidad de otra persona. Todo comienza con el simple acto de atención”. Daniel Goleman.
(Relato de Gema Cividanes para la I Convocatoria de Relatos en primera persona sobre el coronavirus en el ámbito de los cuidados de la Fundación Pilares)