Demetrio Casado, Dr. en Farmacia y diplomado en sanidad y psicología. Especialista en intervención y políticas sociales. Director del Seminario de Intervención y Políticas Sociales (SIPOSO)
El envejecimiento lleva aparejado el riesgo de deterioro funcional progresivo -con diferencias individuales, por supuesto- o disruptivo. Este fenómeno demanda acciones preventivas, aparte de otros ámbitos, en el de las viviendas. Me referiré a las características técnicas de las mismas.
- Capacidad
Las viviendas de personas de edad avanzada deben contar con habitaciones para los usuarios habituales más otras para familiares o profesionales que, eventualmente o de modo estable, se internen para proveer cuidados en casos de enfermedad o de deterioros funcionales sobrevenidos, así como para aislamiento en caso de infecciones muy contagiosas.
Por la emancipación de los hijos, una parte de las personas de edad avanzada disponen de habitaciones libres de uso personal en sus viviendas. Mas en algunos casos las mismas están ocupadas por muebles y enseres averiados o en desuso. La respuesta obvia a la situación citada es la venta o la donación de enseres útiles y la eliminación de los deteriorados o inútiles.
- Seguridad de utilización
La seguridad de utilización es necesaria para todas las viviendas y es de especial importancia para los usuarios con limitaciones funcionales, por sus dificultades para afrontar las situaciones de peligro.
Los problemas de seguridad de utilización de las viviendas son causados principalmente por factores medioambientales, defectos de la propia vivienda, conflictos relacionales e incendios. Los principales factores medioambientales de inseguridad son los movimientos sísmicos, las erupciones volcánicas y las inundaciones. Los defectos de la vivienda más relevantes para su seguridad son la resbaladicidad de los pavimentos y la carencia de mecanismos antirrobo y antiocupación. Los principales factores relacionales de inseguridad son conflictos entre vecinos y de las comunidades de los mismos. Los incendios pueden originarse por fallos en la propia vivienda o en su entorno próximo.
La inseguridad por factores medioambientales no afecta solo a las personas de edad avanzada con deterioros funcionales y a las afectas de discapacidades, pero unas y otras tienen mayores dificultades que el común de la población para ponerse a salvo cuando se producen las catástrofes medioambientales. Sirva como muestra la DANA del pasado año y los casos de personas de edad avanzada bloqueados en sus domicilios. Así pues, especialmente las personas mayores -y, por supuesto, las afectas de discapacidad- deben domiciliarse en viviendas libres de los problemas medioambientales citados. Todas las viviendas deben contar con recursos de seguridad frente al riesgo de robos y ocupaciones. Los conflictos relacionales más frecuentes se producen en las comunidades de vecinos; sólo en casos excepcionales obligan a cambiar de vivienda. El riesgo de incendios requiere buenas prácticas en el uso de las cocinas y la disposición de medios de evacuación seguros.
- Accesibilidad y adaptabilidad
El riesgo de pérdidas de movilidad durante el envejecimiento aconseja valorar tempranamente la accesibilidad de la vivienda usual y, en su caso, adoptar medidas correctoras de los defectos observados.
La valoración de las limitaciones de las viviendas para la movilidad debe tomar como referencia la accesibilidad integral, es decir, la relativa a los entornos y a la propia vivienda. Los entornos son: en su caso, el edificio multivivienda en el que se integra la propia, el entorno urbano próximo, los trasportes públicos de acceso cercano y las teleconexiones. La propia vivienda se compone de una estructura arquitectónica y de su equipamiento interior.
La corrección de los posibles fallos de accesibilidad del edificio multivivienda puede ser gestionada mediante la comunidad de vecinos: rampas de acceso a la puerta principal y en el portal, ascensores de tamaño adecuado, anchos suficientes de las puertas en los cuartos trasteros, etc. Obviamente, la intervención pro accesibilidad en los entornos externos requiere la acción pública y de empresas constructoras, de transportes y de telecomunicación.
La corrección de los posibles fallos de la estructura arquitectónica de la propia vivienda puede estar al alcance de sus propietarios y usuarios. La acción pro accesibilidad de las viviendas debe procurar la accesibilidad para los usuarios afectos de discapacidad. Cuando se trata de acciones preventivas de los posibles deterioros funcionales de los usuarios, el objetivo será la adaptabilidad: accesibilidad básica incidente en ancho de puertas, cambio de baño por ducha, eliminación de escalones interiores, etc.
La procura de accesibilidad y aun de adaptabilidad puede entrañar dificultades importantes por la configuración arquitectónica de la propia vivienda, especialmente en los chalets con garaje semisubterráneo, escaleras de acceso a la puerta de entrada, ubicación de la cocina, el comedor y el salón en la planta primera y de los dormitorios en la segunda; que obliga al uso de escalera.
Cuando resulta imposible el logro de la accesibilidad -para usuarios con discapacidades- y de adaptabilidad para personas mayores, se impone el cambio de vivienda, que tiene varias opciones: otra vivienda unifamiliar, integración en una residencia cooperativa (cohousing), ingreso en una residencia de mayores…
La procura de accesibilidad en la vivienda usual en lo que atañe al interiorismo suele ser posible y gestionable por los usuarios. En unos casos habrá que eliminar ciertos elementos; en otros se pueden hacer cambios, como el de las bañeras por duchas.
- Propuesta
Los poderes públicos y las entidades voluntarias con responsabilidades y compromisos, aparte de otros objetivos, en la calidad de vida durante el envejecimiento deben realizar acciones de información y consejo sobre las medidas preventivas concernientes a los requerimientos técnicos de las viviendas.
